martes, 31 de agosto de 2010

Ibra - Pep, el desencuentro



Al final se ha consumado la tragedia y el tirano catalán ha expulsado al príncipe gitano del club. No en vano Zlatan, el hombre global, ha afirmado en sueco, bosnio y caló que "el filósofo ha terminado con mi sueño".

Muchos han querido ver en el término un uso despectivo, sobre todo por la sonrisa irónica del magistral delantero. Pero la verdad es otra. Una verdad a la que la masturbatoria prensa deportiva catalana no quiere dar eco.

Todo empezó meses atrás. Durante la pretemporada del año anterior Pep quedó sorprendido por las lecturas de Zlatan Ibrahimovic. Apareció en el vestuario para la primera sesión de masajes con un texto de Platón en griego antiguo.

Las charlas tácticas y la convivencia dieron paso a unas apasionadas conversaciones entre ambos. El resto de jugadores (varios de ellos analfabetos) bostezaban, se tiraban bolas de pan durante las comidas y finalmente se marchaban a dormir la siesta. Pero ellos, Zlatan y Pep, charlaban durante horas acerca de metafísica, los conceptos de tiempo y naturaleza o la influencia del coseno en la derivada inversa.

Sin embargo, en enero la relación se rompió.

Al parecer Guardiola sostenía, en una sobremesa previa al partido contra el Murcia, plato combinado al frente, que somos porque pensamos y no al revés, siguiendo de este modo la teoría cartesiana. Ibra, sorprendido, afirmó que la esencia no precede a la existencia, sino que se sigue de ella, siendo el hecho de existir previo al de ser. El delantero sostuvo su opinión con citas de Sartre y Kierkegaard.

Guardiola argumentó, siguiendo a Kant, que "Es absolutamente necesario persuadirse de la existencia de Dios; pero no es necesario demostrar que Dios existe", mientras que Ibra, parafraseando a Santo Tomás, sostuvo que "Dios, que es acto puro y no tiene nada de potencialidad, tiene un poder activo infinito sobre las demás cosas".

Guardiola, progresista catalán, y por tanto ateo, se mosqueó ante esta afirmación y puso en la picota al sueco. Con una falsa tolerancia tendió a defender el relativismo moral, en consonancia con las ideas del filósofo empirista David Hume. Ibra, totalmente alucinado, y fuera de sí, dio una palmada en la mesa al grito de "Si Dios no existe todo está permitido" y se marchó con Crimen y Castigo bajo el brazo.

Desde entonces ambos mantuvieron sólo dos conversaciones más, relativas a un apartamento veraniego que el entrenador quería alquilar en Suecia y sobre Camarón y la opinión que los gitanos suecos tienen de él.

Terminada la temporada Pep sentenció al jugador con un libro de Oscar Wilde y unas gafas sin graduar bajo el brazo y leyó en el vestuario "No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo".

Ibra, por su parte, abrió al azar la copia del Mein Kampf que Touré tenía bajo la taquilla y susurró "¡Dios sabe que yo quise la paz!" mientras se atusaba el pelo y recogía sus bartulos.

El filósofo tirano ha exterminado la magia de Ibracadabra de un campo que seguirá siendo terreno de aficionados sin humor. Y Mino Raiola no podrá seguir vendiendo bocatas a euro la pieza en la puerta 66 del estadio.


No hay comentarios:

Publicar un comentario