El Barcelona perdió la oportunidad de sentenciar la eliminatoria de Champions tras una primera parte de escándalo. Los 20 primeros minutos de partido deberían pasar a la historia por oportunidades de gol y control absoluto del balón. Servidor no recuerda mayor dominio del juego del fútbol como en la primera mitad del encuentro. Falló el remate, la artillería, el final de la jugada. Mientras el equipo recurría al tiralíneas y al segundo toque a la perfección, Zlatan Ibrahimovic perdió todos los balones durante el primer cuarto, y todos menos uno durante el resto de la primera parte.
El sueco se redimió al inicio de la segunda parte con un gol de vaselina. Dicen las malas lenguas que era un centro que se torció. Churro o no. ABREZLATAN. La desesperación que provocó durante la primera parte entre la hinchada culé -patente a través de Twitter, Facebook, RSS, Blogspot e incluso flashsideways, tecnología desconocida por el que suscribe estas líneas pero habitual entre los gurús del social media-, se diluyó finalmente con el segundo gol. El ariete resolvió con acierto para sorpresa de los más escépticos.
Un error de Busquets y otro de Valdés revivieron a un Arsenal moribundo, que empató el partido tras dos goles que no debieron ser. Comentaba Maxwell al finalizar que Puyol, poco antes de cometer el penalty, se dirigió a Fabregas y le espetó: "Ven pacá orejudo", y añadió: "gangoso", segundos antes de hacerle la trabanqueta con las piernas.
Guardiola, consciente de que belleza y efectividad no pueden abundar, que la vida es demasiado complicada como para malcriarnos alargando una felicidad que ya agoniza, decidió dar entrada a Thierry Henry. Scotland Yard tuvo a bien situar guardias de paisano en la grada, pues redujeron a un francotirador cuando apuntaba al ex-jugador francés: "Se me estaban inflando los cojones, perdoné al sueco por los goles, pero lo de Henry fue una jodienda, para esto me quedo en Cádiz con un rebujito".
El Barça terminó el partido con nueve, tras la ausencia de Messi, por abducción, y de Puyol, por expulsión. El argentino volverá en cuanto le cambien el chip extraterrestre y Puyol, sancionado, deberá recuperarse también de los cabezazos que se está dando contra un madero en su pueblo de Lleida.
El sueco se redimió al inicio de la segunda parte con un gol de vaselina. Dicen las malas lenguas que era un centro que se torció. Churro o no. ABREZLATAN. La desesperación que provocó durante la primera parte entre la hinchada culé -patente a través de Twitter, Facebook, RSS, Blogspot e incluso flashsideways, tecnología desconocida por el que suscribe estas líneas pero habitual entre los gurús del social media-, se diluyó finalmente con el segundo gol. El ariete resolvió con acierto para sorpresa de los más escépticos.
Un error de Busquets y otro de Valdés revivieron a un Arsenal moribundo, que empató el partido tras dos goles que no debieron ser. Comentaba Maxwell al finalizar que Puyol, poco antes de cometer el penalty, se dirigió a Fabregas y le espetó: "Ven pacá orejudo", y añadió: "gangoso", segundos antes de hacerle la trabanqueta con las piernas.
Guardiola, consciente de que belleza y efectividad no pueden abundar, que la vida es demasiado complicada como para malcriarnos alargando una felicidad que ya agoniza, decidió dar entrada a Thierry Henry. Scotland Yard tuvo a bien situar guardias de paisano en la grada, pues redujeron a un francotirador cuando apuntaba al ex-jugador francés: "Se me estaban inflando los cojones, perdoné al sueco por los goles, pero lo de Henry fue una jodienda, para esto me quedo en Cádiz con un rebujito".
El Barça terminó el partido con nueve, tras la ausencia de Messi, por abducción, y de Puyol, por expulsión. El argentino volverá en cuanto le cambien el chip extraterrestre y Puyol, sancionado, deberá recuperarse también de los cabezazos que se está dando contra un madero en su pueblo de Lleida.
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